viernes, 13 de febrero de 2015

Tragedia en Grecia: Historia de una crisis política y económica inconclusa

César Ferrari, Ph.D.

Publicado en Razón Pública, 2 de febrero 2015)

La Gran Recesión 2008-2009 y la política europea con que intentó resolverse generaron en los países más afectados, Grecia en particular, una evolución típica de un país en desarrollo: crisis económica, asistencia financiera y “ajuste”, protesta, agudización de la crisis, crisis política. La secuencia griega está aún inconclusa y su final poco claro.

La asistencia financiera a Grecia ha significado desembolsos por 240 mil millones de euros. Se pactó en mayo de 2010 a cambio de un ajuste que incluyó: despido de 15 mil empleados públicos, reducción de otros gastos fiscales, aumento de impuestos, reducción del salario mínimo en 25%, venta de empresas y activos públicos. Como parte de la ayuda, en octubre de 2011 los bancos acreedores redujeron “voluntariamente” la deuda griega en 50%.

Resultados

Los ajustes implican una caída de ingresos que se traduce en menores compras, ventas, producción y, consecuentemente, más desempleo.

- Entre 2008 y 2013 el PIB en Grecia decreció 26.4% y el ingreso per cápita 18.6%.
- En el tercer trimestre de 2008 el desempleo en Grecia era 7.6% de la fuerza laboral, en el tercer trimestre de 2014 era 26.2%.
- En 2008 la deuda pública griega equivalía a 105.4% del PIB, en 2014 a 174.9% del PIB.

Protestas y movilizaciones

Perder ingresos y, consecuentemente, calidad de vida no satisface a nadie, más aún si es de manera importante. Por lo tanto, genera protestas y conflictos, tanto más graves cuanto mayor es la pérdida.

A su vez, si los resultados atribuidos al ajuste muestran caída de ingreso, mayor desempleo y deuda, la percepción generalizada es que el ajuste no tiene éxito, lo que genera más incertidumbre, insatisfacción y desasosiego que se traducen en menor gasto privado como precaución y, por lo tanto, en mayor recesión y conflicto.

En Grecia, las protestas, movilizaciones, paros y huelgas contra el ajuste y contra los políticos que lo llevaban a cabo fueron cada vez más masivos y frecuentes. Protestaba una gran cantidad de ciudadanos y sindicatos: propietarios de pequeñas empresas, empleados públicos y privados, desempleados, estudiantes, pensionados, etc.

Situaciones parecidas aparecieron en los otros países afectados. En España los protestantes se conglomeraron en el denominado movimiento de los “Indignados” y luego en el movimiento “Podemos”. Fundado hace un año por cuatro profesores universitarios, Podemos tiene actualmente la primera preferencia para las elecciones generales de diciembre 2015. En Italia, en las elecciones generales de febrero 2013, los descontentos votaron masivamente por el Movimiento 5 Stelle, ecologista y anti-políticos.

El cuestionamiento a la clase política mostraría claramente una crisis de representatividad y de los partidos tradicionales. Reclama nuevas instituciones políticas, partidos y líderes que permitan una democracia más participativa, menos intermediada, más transparente, con rendimiento de cuentas, y menor (o ninguna) influencia de los bancos y las empresas en el quehacer político.

Crisis política

Crisis económicas y sociales graves, tarde o temprano, se convierten en crisis políticas. En Grecia, en noviembre 2011 cayó el gobierno socialdemócrata de Yorgos Papandréu. Y en las elecciones de abril 2012 quedó en evidencia una crisis de gobernabilidad, el resultado no permitió formar gobierno, y que los opositores del ajuste superaban a quienes lo apoyaban. Finalmente fue elegido primer ministro el conservador Antonis Samarás quien continuó con el ajuste, tratando de complacer a Alemania y a los supervisores: Comisión Europea, Banco Central Europeo (BCE) y Fondo Monetario Internacional.

Pero la continuación del ajuste enajenó más aún a la mayoría de los griegos. En enero de 2015 en las elecciones generales adelantadas, consecuencia de la pérdida de apoyo parlamentario al gobierno, triunfo el partido del anti-ajuste y anti-políticos, Syriza, y su líder Alexis Tsipras fue nombrado Primer Ministro.

Aunque proclamó su intención de que Grecia continúe en la Zona Euro, la condicionó a una revisión del ajuste y a una refinanciación de su deuda a plazos muy largos. Su primera medida fue aumentar el salario mínimo de 586 euros a los 751 vigentes antes del ajuste.

Problema fundamental y solución

Todo ajuste produce una caída en los ingresos y en la demanda interna. En ese marco, la recuperación requeriría sustituirla por la demanda externa. En el caso griego significa turismo, su principal fuente de divisas, el único sector que tendría ventajas competitivas gracias a las ventajas naturales griegas. Pero si el ingreso mundial no se recupera sustancialmente y los turistas no vislumbran a Grecia como un destino atractivo, dada la turbulencia que los medios muestran, muy difícil que la demanda externa sustituya a la interna.

La cuestión de fondo es que la productividad de los griegos, la cantidad de valor agregado que cada trabajador produce, es mucho menor que la de alemanes y franceses. En 2012 la productividad laboral griega era 59.1% de la alemana y 57.8% de la francesa. De tal manera, en un contexto de moneda única con alemanes y francés y, por lo tanto, precios similares, su menor productividad genera costos elevados a sus empresas y las hace no competitivas. Podrían ser competitivos en turismo pero, actualmente, no es viable en forma masiva. En ese contexto, muy difícil que los griegos recuperen su nivel de ingreso.

A menos que, de seguir en la Zona Euro, los griegos aumenten su productividad al nivel de la de los europeos desarrollados de tal manera que sea compatible con la tasa de cambio del Euro respecto a las otras monedas; tasa que definen los mayores exportadores, Alemania y Francia, ciertamente en forma compatible con sus productividades. Eso implica inversión en capital humano, infraestructura y tecnología. Mejor dicho muchos recursos y tiempo.

Nueva política, ¿nueva solución?

Abrumado por el desempleo elevadísimo, la amenaza de una recesión mayor y deflación, ante la dificultad de expansiones fiscales dada la intención de reducir el déficit y la deuda pública, y tal vez presionado por las perspectivas políticas, el BCE decidió reaccionar monetariamente en forma similar a la Reserva Federal estadounidense.

En enero de 2015 el BCE, a regañadientes del gobierno alemán, anunció que a partir de marzo 2015 y hasta septiembre de 2016 como mínimo, ejecutaría un programa de flexibilización cuantitativa por 60 mil millones de euros mensuales, añadiendo a la compra de bonos privados iniciada desde fines de 2014, la compra de bonos emitidos por los gobiernos centrales de la Zona Euro, las agencias e instituciones europeas.

Así mismo, informó que su tasa de interés seguiría en 0.05%, vigente desde septiembre 2014, la más baja en su historia, la tasa a la que presta a un día en 0.30% y la tasa con la que remunera los depósitos de los bancos comerciales en -0.20%.

La nueva flexibilización puede dar un respiro a Grecia y a los otros países en problemas. No es claro a cuántos recursos podría acceder. Si son suficientes podrían ser un respiro al ajuste y significar un margen al nuevo gobierno de financiar algunas de sus medidas como el reciente aumento salarial. Ojala no se orienten masivamente al consumo sino a la inversión en capital humano, infraestructura y tecnología.

¿Otra solución?

Otro tipo de “solución” podría darse si Grecia (o España, Portugal, Irlanda, Italia) saliera de la Eurozona. Tendría características similares a la que adoptó Argentina en 2001 cuando abandonó su convertibilidad cambiaria peso-dólar. Significaría retomar su propia moneda que se situaría, seguramente, en una cotización que compense su menor productividad, y declarar un “default” de la deuda pública ya no del 50% sino mucho mayor.

Como consecuencia, los mercados financieros internacionales se le cerrarían y le tomaría años recuperarlos, como a la Argentina. Se elevarían también los precios domésticos y se reduciría el salario real notablemente. De tal modo, a diferencia del ajuste por vía de cantidades, es decir reducir los ingresos nominales hasta hacerlos compatibles con la tasa de cambio común, el ajuste se produciría vía precios, con otra tasa de cambio y la reducción del ingreso real hasta ser compatible con su productividad.

Pero con una mayor competitividad cambiaria, las actividades productivas de exportables y que sustituyen importaciones podrían recuperarse rápidamente al volverse más competitivas, en particular el turismo, y con ello lograr tasas elevadas de crecimiento, como en la Argentina postcrisis.

Esta “solución” estaría descartada por Grecia por su interés manifiesto de seguir perteneciendo a la Zona Euro, no sólo de los dirigentes pasados y actuales sino de la mayoría de la población como lo muestran las encuestas.

No obstante, las realidades económicas pueden ser más tercas y exigentes: el tiempo lo dirá. En todo caso, cabe repetir al presidente de Uruguay José Mújica en una reciente entrevista con la BBC: “El problema es la realidad porque no hacemos lo que queremos, hacemos lo que podemos dentro del margen de la realidad".

INCERTIDUMBRES DEL 2015

César Ferrari, Ph.D.

(Publicado en el Diario Portafolio, Bogotá, Febrero 4 de 2015)


Lo que suceda este año no depende solo de los precios del petróleo sino de lo que el Gobierno haga. Algunas certezas: 1) El petrolero seguirá barato y la tasa de cambio alta; 2) La reforma tributaria castigará la inversión, el crecimiento y a las empresas, pero favorecerá el consumo de sus dueños.

Entre junio y diciembre de 2014 el precio del petróleo (WTI) se redujo 43%, al bajar de US$ 105,24 a 59,10 por barril. El 27 de enero del 2015 se cotizaba a US$ 45,57.

Tal caída no debería sorprender: La demanda petrolera mundial se redujo, en gran medida, porque la economía estadounidense aún no se dinamiza plenamente y sus importaciones petroleras se contrajeron 4,3% entre 2013 y 2014, de 2.821 millones de barriles anuales a 2699 millones, y 19.7% entre 2010 y 2014. Esto último, en gran parte, porque su producción petrolera aumentó notoriamente: 13,6% entre 2013 y 2014, de 2720 millones de barriles anuales a 3089, y 54,4% entre 2010 y 2014.

La demanda petrolera cayó también porque Europa está en recesión y la economía china se habría desacelerado en 2014 a un inusual 7,3% y en 2015 se desaceleraría a 7%: si sus principales socios comerciales no compran más, no tiene para qué producir más.

El precio petrolero es importante para las empresas petroleras y el fisco colombiano: su disminución reduce las utilidades de las primeras, y para el fisco la recaudación del impuesto a la renta, las regalías petroleras y los dividendos pagados por Ecopetrol.

Los menores ingresos fiscales significan un aumento del déficit fiscal, y si no logran reemplazarse obligarán a reducir el gasto dado el mandato legal de equilibrio fiscal. Lo cual quiere decir menor demanda interna; a menos que el Gobierno cambie de política y asuma mayor endeudamiento.

Pero el déficit venía de atrás. Para reducirlo, el Gobierno logró aprobar la reforma tributaria del 2014 que elevó el impuesto a la renta para las empresas a niveles muy superiores a los internacionales y dejó a sus dueños libres de pagar impuestos sobre sus dividendos y una tasa reducida sobre sus herencias y ganancias de capital; como señala la Ocde.

Las exportaciones petroleras son la principal fuente comercial de divisas en Colombia. Su reducción induce devaluación cambiaria que, a su vez, induce a las empresas endeudadas externamente a adelantar el pago de sus deudas y a evitar esa fuente de financiamiento; lo que aumenta la demanda de divisas, reduce su oferta y, consecuentemente, induce mayor devaluación.

Entre junio y diciembre del 2014 la tasa de cambio se devaluó 24,16%: pasó de 1.888.1 pesos por dólar a 2.344.2.

La devaluación aumenta el valor en pesos de la deuda pública externa, su servicio, el déficit fiscal y… la preocupación gubernamental. La devaluación hace también más atractivo invertir en dólares, lo que contrae la demanda de papeles financieros y, en, consecuencia, la bolsa: Entre el 3 de septiembre del 2014, cuando logró su valor más elevado, y el 27 de enero 2015, el índice de la bolsa colombiana se desvalorizó 20%.

Pero, la devaluación se traduce también en mayores precios domésticos de los bienes importables y exportables que no experimentan reducciones en sus precios internacionales. Por lo tanto, beneficia a los productores de bienes y servicios que exportan y compiten con importaciones; es decir a la mayor parte de la economía.

La devaluación podría generar mayor inflación si no se compensa, por ejemplo, con una reducción de las tasas de interés; difícil, porque la competencia imperfecta es la norma en los mercados de crédito colombianos, en particular en el de consumo que, según el Banco de la República funciona casi como un cartel.

Por cierto, si los menores precios petroleros se trasladan a los consumidores, las presiones inflacionarias se reducirán, particularmente en transportes y energía. Si se trasladan a los productores, sus costos energéticos, parte importante de sus costos, se reducirán, consecuentemente, aumentarán su competitividad. Sin embargo,el Gobierno no lo ha hecho, aduciendo una norma que podría y debería cambiar, aunque le signifique elevar su déficit.

Mejor dicho, lo que suceda en 2015 no depende solo de los precios internacionales sino de lo que haga el Gobierno. Algunas certezas hay: 1) El precio petrolero se mantendrá reducido, la tasa de cambio elevada y el índice de la bolsa reducido; 2) La reforma tributaria castigará la inversión, el crecimiento y el futuro de las empresas, a cambio de favorecer el consumo de sus dueños.

Otras son las incertidumbres: 1) Si el Banco de la República decide que la devaluación produce inflación excesiva, aumentará su tasa de interés que se trasladará a las tasas comerciales, reducirá el crédito y la demanda doméstica, aumentará los costos de las empresas y desacelerará a la economía; 2) Si el Gobierno financia su déficit externamente, las divisas que importe revaluarán la tasa de cambio, revertirán la competitividad lograda y la economía se desacelerará, como en 2009; 3) Si los menores precios petroleros no se trasladan a consumidores y empresas, no se traducirán en menores costos ni incrementarán la competitividad de las empresas, y la economía se desacelerará.

Mejor dicho…