César Ferrari
Publicado en La República de Bogotá el 6 octubre 2009
El jueves 24 el Dane anunció que durante el segundo trimestre de 2008 la economía colombiana decayó 0.5 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior completando tres trimestres seguidos de tasas negativas.Con ella cayeron inversión (-7.3 por ciento), exportaciones (-5.7 por ciento) y consumo de hogares (-0.7 por ciento) mientras aumentó el consumo gubernamental (0.9 por ciento).
La caída de la inversión es ciertamente preocupante. En primer lugar, cada vez se hace más negativa (-0.14 por ciento en el cuarto trimestre 2008, -3.7 por ciento en el primero 2009). Por otro lado, sin inversión no hay expansión de capacidad de producción y, por lo tanto, las posibilidades de aumentar el producto son cada vez más reducidas.
Lo mismo sucede con el consumo de los hogares. Su desaceleración es cada vez más pronunciada (+1.6 por ciento en el cuarto trimestre 2008, -0.5 por ciento en el primero 2009). Y el consumo de los hogares explica más del 60 por ciento del PIB. Mejor dicho, mientras las posibilidades de crecer la oferta son cada vez menores; la demanda experimenta similar situación.
Y si la tasa de cambio se sigue revaluando (23 por ciento respecto a marzo) y las tasas de interés continúan elevadas, la senda negativa continuará y el desempleo aumentará. Así no será posible encontrar nuevos mercados para sustituir a los de los vecinos, además se perderán otros.
En ese contexto, agravado por remesas declinantes y flujos de capitales privados significativamente negativos, resulta problemático superar los efectos de la crisis mundial. Si la industria de bienes transables no es competitiva, la expansión fiscal, aun siendo significativa, es insuficiente para superar el ciclo negativo. Beneficiará a los productores chinos pero no a los colombianos: los chinos se encargarán de satisfacer la mayor demanda de los consumidores. Por eso, mientras la construcción creció 16,8 por ciento impulsada por las obras públicas (40,5 por ciento), la industria decreció 10,2 por ciento.
Y la revaluación ocurre por qué al reducirse los ingresos fiscales por la recesión, gran parte del déficit se está financiando con recursos externos que superan largamente el saldo negativo de la cuenta corriente y la salida neta de capitales privados que entre enero y julio 2009 fue de 2.393 millones de dólares.
El Banco Central debe actuar, como el chino: En medio de la crisis mundial, entre diciembre y junio pasados acumuló 185.6 mil millones de dólares adicionales de reservas internacionales, evitando así una revaluación cambiaria. De tal modo, mantiene la competitividad de su producción para no perder mercados, para crecer 8.1 por ciento en 2009 y 8.5 por ciento en 2010.
Ciertamente, acumular reservas implica realizar una expansión monetaria. Sin embargo, ello no conduce, necesariamente, a una mayor inflación si la capacidad de oferta productiva aumenta rápidamente. Y esa capacidad puede aumentar a ese ritmo si las empresas al ser más competitivas y, por lo tanto, más rentables, invierten esas mayores utilidades precisamente por la mayor rentabilidad.
China es nuevamente el ejemplo. Su tasa de inflación es menor que la colombiana, su tasa de inversión es del orden de 45 por ciento del PIB mientras que su tasa de ahorro interno es mayor aún, con lo que se da el lujo de exportar capitales superando los que recibe.
Cuando la economía va mal y puede ir peor es el momento de actuar para mejorarla. El problema puede desconocerse por un tiempo. Pero sin medidas adecuadas, tarde o temprano, lo peor llegará.
El jueves 24 el Dane anunció que durante el segundo trimestre de 2008 la economía colombiana decayó 0.5 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior completando tres trimestres seguidos de tasas negativas.Con ella cayeron inversión (-7.3 por ciento), exportaciones (-5.7 por ciento) y consumo de hogares (-0.7 por ciento) mientras aumentó el consumo gubernamental (0.9 por ciento).
La caída de la inversión es ciertamente preocupante. En primer lugar, cada vez se hace más negativa (-0.14 por ciento en el cuarto trimestre 2008, -3.7 por ciento en el primero 2009). Por otro lado, sin inversión no hay expansión de capacidad de producción y, por lo tanto, las posibilidades de aumentar el producto son cada vez más reducidas.
Lo mismo sucede con el consumo de los hogares. Su desaceleración es cada vez más pronunciada (+1.6 por ciento en el cuarto trimestre 2008, -0.5 por ciento en el primero 2009). Y el consumo de los hogares explica más del 60 por ciento del PIB. Mejor dicho, mientras las posibilidades de crecer la oferta son cada vez menores; la demanda experimenta similar situación.
Y si la tasa de cambio se sigue revaluando (23 por ciento respecto a marzo) y las tasas de interés continúan elevadas, la senda negativa continuará y el desempleo aumentará. Así no será posible encontrar nuevos mercados para sustituir a los de los vecinos, además se perderán otros.
En ese contexto, agravado por remesas declinantes y flujos de capitales privados significativamente negativos, resulta problemático superar los efectos de la crisis mundial. Si la industria de bienes transables no es competitiva, la expansión fiscal, aun siendo significativa, es insuficiente para superar el ciclo negativo. Beneficiará a los productores chinos pero no a los colombianos: los chinos se encargarán de satisfacer la mayor demanda de los consumidores. Por eso, mientras la construcción creció 16,8 por ciento impulsada por las obras públicas (40,5 por ciento), la industria decreció 10,2 por ciento.
Y la revaluación ocurre por qué al reducirse los ingresos fiscales por la recesión, gran parte del déficit se está financiando con recursos externos que superan largamente el saldo negativo de la cuenta corriente y la salida neta de capitales privados que entre enero y julio 2009 fue de 2.393 millones de dólares.
El Banco Central debe actuar, como el chino: En medio de la crisis mundial, entre diciembre y junio pasados acumuló 185.6 mil millones de dólares adicionales de reservas internacionales, evitando así una revaluación cambiaria. De tal modo, mantiene la competitividad de su producción para no perder mercados, para crecer 8.1 por ciento en 2009 y 8.5 por ciento en 2010.
Ciertamente, acumular reservas implica realizar una expansión monetaria. Sin embargo, ello no conduce, necesariamente, a una mayor inflación si la capacidad de oferta productiva aumenta rápidamente. Y esa capacidad puede aumentar a ese ritmo si las empresas al ser más competitivas y, por lo tanto, más rentables, invierten esas mayores utilidades precisamente por la mayor rentabilidad.
China es nuevamente el ejemplo. Su tasa de inflación es menor que la colombiana, su tasa de inversión es del orden de 45 por ciento del PIB mientras que su tasa de ahorro interno es mayor aún, con lo que se da el lujo de exportar capitales superando los que recibe.
Cuando la economía va mal y puede ir peor es el momento de actuar para mejorarla. El problema puede desconocerse por un tiempo. Pero sin medidas adecuadas, tarde o temprano, lo peor llegará.
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