miércoles, 29 de abril de 2009

La respuesta a la crisis

César Ferrari
Publicado en La República de Bogota, 29-4-2009

Bogotá. La razón primó: se reconoció la gravedad de la crisis económica mundial, su transmisión a la economía nacional por menores ingresos externos, US$10 mil millones según el Ministro de Hacienda, y la consecuente recesión durante 2009.

Previendo mayores dificultades, el Ministro ha anunciado la solicitud al FMI de un crédito de US$10.4 mil millones, siguiendo el camino de México, Polonia y Costa Rica en graves dificultades. Parece también existir consenso en 1) continuar reduciendo la tasa de interés del Banco de la República, y 2) poner en marcha un programa de estímulo fiscal que sustituya esos menores ingresos externos, para evitar una recesión mucho más profunda.

Sin embargo, no se ha dicho que una expansión monetaria y fiscal, aún oportuna y eficiente, que se dé en un contexto de productores poco competitivos, no generará ni empleo ni ingresos nacionales. Dicha expansión se resolverá, principalmente, con importaciones porque las industrias nacionales no pueden competir satisfactoriamente con la producción internacional. Más aún, dadas las limitaciones de financiamiento externo, tal expansión de importaciones terminaría agudizando el déficit externo que se resolvería con más recesión y/o devaluación.

En este contexto, la condición necesaria para minimizar la crisis y posteriormente recuperar el crecimiento a partir de estímulos fiscales y monetarios escontar con producción nacional “competitiva” internacionalmente. Esa competitividad tiene que ver, principalmente, con tasas de interés y tipos de cambio competitivos.

Para los productores colombianos no es fácil ser competitivos pagando, según el FMI, tasas de interés promedio de 17.7% (diciembre 2008), mientras las inflaciones son aún reducidas y la tasa mundial de interés es de 4-5%. Con tasas tan elevadas, los costos financieros de las empresas son consecuentemente altos.

Tampoco es posible competir internacionalmente cuando el principal competidor, China, tiene una ventaja en tasa de cambio de 36.3 puntos porcentuales (enero 2009), según el Índice Big Mac de The Economist. Tiene que ver poco con salarios e impuestos para-fiscales; de hecho los salarios netos y brutos en Bogotá son menores que en ciudades chinas similares.

Por tal razón, no puede postergarse una regulación que haga competitivos los mercados financieros. Sus elevadas tasas de interés son, en gran medida, consecuencia de prácticas no competitivas, como opacidad de tasas y fidelizaciones forzosas.

Ciertamente, son también elevadas por una política monetaria excesivamente contractiva cuyo único objetivo es controlar la inflación. Los medios de pago (M3) son tan reducidos con relación al PIB, que la gente tiene pocos fondos para depositarlos y, por ello, los bancos cuentan con pocos recursos para otorgar
créditos. Como consecuencia, las tasas son elevadas y la relación crédito-PIB baja.

La crisis puede tener también un efecto positivo. La devaluación reestructura los precios a favor de la competitividad. Si resulta relativamente mayor que las asiáticas, aumentará la competitividad de los bienes y servicios transables, particularmente manufacturas. Con ello crecerían la producción y el empleo y mejoraría la distribución del ingreso dado que dichos sectores son generalmente intensivos en mano de obra.

Es decir, se necesitan políticas monetaria, fiscal y de regulación que generen competitividad, induciendo tasas de interés reducidas y tasa de cambio competitiva. Deben también desarrollar infraestructura económica adecuada y contribuir tributariamente a redistribuir ingreso.

Sólo así será posible un crecimiento elevado, estable y sostenido,baja inflación y equidad.

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