Publicado en La república de Bogota el 15 julio 2009
César Ferrari
En el primer trimestre de 2009 el PIB colombiano decreció 0.6%, y en el cuarto trimestre del 2008, 1%.
Para el 2009, The Economist prevé para Colombia un decrecimiento de 2%, una desaceleración notable respecto al crecimiento de 2.5% en 2008 y 7.5% en 2007. Pero sin un verdadero plan contra-cíclico, la recesión podría ser mayor y, con ello, el desempleo y el subempleo.
En ese contexto, en primer lugar, parece obvio contar con una reducida tasa de interés del BR. En los últimos meses pasó de 10% a 4.5%. Hay aún margen para seguir reduciéndola. En Perú, por ejemplo, con mejores perspectivas, el banco central acaba de reducirla a 2%.
Se requiere también que el gasto fiscal civil aumente. El problema es cómo financiarlo, pues el fisco no ahorró durante la bonanza. Tendrá que ser con recursos externos o monetarios, pues colocar bonos al sector privado, en momentos de reducción del ingreso, requeriría tasas de interés elevadas que provocarían una mayor contracción del crédito.
Pero el financiamiento externo puede conducir a revaluar la tasa de cambio, como viene ocurriendo. Y una expansión fiscal que no se dé con una tasa de cambio competitiva, es decir elevada y sostenida, ayudará a la recuperación de la economía china pero no de la colombiana pues elevará las importaciones. Para evitar esa revaluación se requerirá, entonces, complementariamente, monetizar ese financiamiento acumulando reservas por parte del BR.
El financiamiento monetario del déficit está condicionado por la posibilidad de respuesta de la oferta a la mayor demanda, sea con mayor uso de capacidad ociosa de producción, expansión de productividad o de esa capacidad. Para ello habrá que hacer competitivo al sector transable. Y para aumentar productividad y capacidad habrá que promover la inversión con rentabilidades adecuadas y tasas de interés reducidas que aumenten sus oportunidades.
Pero si se piensa a más largo plazo, es necesario diseñar y aplicar una política económica anti-cíclica que reduzca la dependencia del país de los ciclos internacionales, es decir menos dependencia de materias primas y de mercados inestables vecinos que dependen de materias primas. Para ello deben retomarse los esfuerzos de industrialización, haciendo competitiva a la industria.
El ejemplo es China. Es menos afectada por las crisis internacionales porque el 95% de sus exportaciones son productos manufacturados cuyos precios internacionales son más estables. Para ello, desde hace más de un decenio mantiene una tasa de cambio muy elevada y estable que otorga a su producción de transables una competitividad notoria. Lo logra acumulando reservas internacionales que a la fecha suman casi dos millones de millones de dólares.
Así, para lograr un futuro promisorio habrá que implementar: 1) una política monetaria que induzca una tasa de cambio real elevada y sostenida, 2) una política fiscal que desarrolle la infraestructura en pro de la competitividad de la producción transable y, particularmente, 3) una regulación que favorezca la competencia en los mercados crediticios y de servicios. Al contrarrestar fallas prominentes en esos mercados, inducirá menores tasas de interés, márgenes de intermediación y precios respectivamente y, con ello, favorecerá la competitividad de los usuarios.
Están en juego la minimización de la crisis y la sostenibilidad del crecimiento, para la superación de la pobreza y la reducción de la inequidad. Hay que afrontarlas.
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