Por: César Ferrari, Ph.D.
Profesor Universidad Javeriana
Publicado en La República de Bogota el 26 febero 2009
“En los últimos tres meses, la producción industrial en los Estados Unidos y Gran Bretaña cayó 3.6% y 4.4%, respectivamente, (equivalentes a una declinación anual de 13.8% y 16.4%)… En el cuarto trimestre la producción industrial alemana cayó 6.8% y la de Japón 12% (que ayuda a explicar por qué su PIB está cayendo mucho más rápidamente que a principios de los noventa). La industria está colapsando en Europa del Este así como en Brasil, Malasia y Turquía. Miles de fábricas han sido abandonadas en el sur de la China” (The Economist 19/2/2009). Y hace pocos días, la ANDI anunció que las manufacturas colombianas habían entrado en recesión.
Y a pesar de tales anuncios, algunas personas continúan sosteniendo que América Latina está protegida de la crisis económica mundial y que, en todo caso, su impacto será mínimo y la recuperación vendrá pronto. ¿Será posible?
La recesión en Estados Unidos, Europa y Japón y el menor crecimiento en China inducen una menor demanda de materias primas (combustibles, metales, productos agropecuarios) para su producción industrial. Ello produce una disminución significativa de sus precios internacionales (petróleo: de US$ 145 barril a US$ 38). La reducción de ingresos por exportaciones en América Latina, concentradas en materia primas, es consecuente.
A su vez, la recesión genera desempleo, que se traduce en una disminución del ingreso de los migrantes y, por lo tanto, de sus remesas. Existe evidencia de que se están reduciendo rápidamente. Según el Banco de España, en los nueve primeros meses de 2008 fueron 7% menos que en el mismo periodo de 2007.
Un tercer efecto recae sobre los flujos de capitales e inversión extranjera. En 2008, según la balanza cambiaria, la inversión extranjera neta en Colombia fue US$ 5,729 millones, US$ 3,073 millones menos que en 2007.
Llegaron en busca de rentabilidad por los diferenciales de tasas de interés pero, sobre todo, por las expectativas cambiarias. El gerente de una transnacional puede conseguir localmente un crédito a una tasa preferencial del 15% anual, pero prestándose de su matriz le costaría 4%, más lo que suceda con el dólar. Si su expectativa es una revaluación de 15% los recursos de su matriz le costarían -11%, pero si es de una devaluación le costarían 19%. Así, antes de traer más dólares prefiere llevárselos convirtiendo una oferta en una demanda.
Además, si las expectativas de recesión son generalizadas, los inversionistas prefieren seguridad sobre rentabilidad. Con ello mueven sus capitales buscando un último refugio, paradójicamente los bonos del Tesoro estadounidense. Así, liquidan sus posiciones en moneda local, compran dólares y los sacan del país.
Dichos hechos tienen efectos sobre las economías locales. La crisis en Latinoamérica no será resultado de que los bancos locales hayan adquirido derivados financieros que hoy no tienen valor; los adquirieron en pequeñas cantidades. La crisis mundial se está trasladando a través del comercio y los flujos de capitales. Una caída tan significativa en los ingresos externos (¿40%?) genera, inevitablemente, una caída siguiente en los ingresos internos y, consecuentemente, recesión, desempleo, devaluación (54% en Colombia entre junio 16 2008 y febrero 20 2009) e inflación.
Ojala no sea tarde para preparar un plan monetario y fiscal anti-crisis que sustituyendo parte de esos ingresos perdidos reduzca el impacto de la crisis.
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